Por Ariel Fuentes
Llevo casi cuarenta años amando a los videojuegos. Probé miles de títulos, tuve docenas de máquinas. Pero en plena pandemia apareció este tal jueguito de aviones, heredero de antiguas leyendas, que me hizo ver al mundo de otra manera y se convirtió en mi favorito de todos los tiempos.
Llega ahora su sucesor. ¿Cómo funciona uno de los juegos más avanzados jamás creados en la “consola del pueblo”, nuestra fiel y amada Series S? ¿Reemplazará a su hermano mayor como el videojuego que más me impactó en la vida? ¿Despegó en tan malas condiciones como se comenta por ahí?
Vamos a dar por sentado que conocen la historia de Flight Simulator. Nació en el mismo año que quien les habla, en 1982, y se fue convirtiendo en una de las franquicias más icónicas y longevas no sólo de los simuladores de vuelo, sino de la industria jugona en general.
Desde aquellos inicios humildes de principios de los ochenta hubo una evolución tremenda que al ser analizada en retrospectiva sirve, en parte, como ejercicio arqueológico para comprender el avance mismo de la tecnología de las PCs hogareñas. Aviones, físicas de vuelo y escenarios se fueron representando de forma cada vez más precisa, con gráficos en 3D y modelos atmosféricos que se iban acercando, paso a paso, a la realidad. Tal vez contemos, pronto, esa historia con mayor detalle.
Pero volvamos al presente. Esta edición 2024 de Flight Simulator es heredera directa del ambicioso reboot de 2020, mencionado en la introducción, que se convirtió en el producto de software más impactante que jamás usé, y que se instaló como joya respetadísima en el panteón de las franquicias de Xbox. Sin dejar de ser de nicho (aunque fue probado por más de 15 millones de jugadores, muchos de los cuales quedaron fidelizados), conmovió a la crítica, revolucionó la escena de los simuladores, y le dio a Microsoft algo que venía necesitando: un juego que fuera indiscutiblemente el mejor en su género. Aterrizó, además, en un momento clave: mientras la humanidad sufría encierro y soledad.
Uno podría argumentar que Flight Simulator no es para cualquiera. Pero este regreso triunfal de la franquicia vino con amplias opciones de accesibilidad, que lo tornan jugable para el más riguroso, que quiere usarlo casi como entrenamiento para obtener una licencia real de piloto, o para el casual que lo prueba desde la nube y pretende sólo pasar unos minutos mirando paisajes como un turista de recursos infinitos. Ahí estaba el principal fuerte de Flight Simulator 2020: la Tierra recreada satelitalmente, con un detalle inaudito, y a escala real. Crecí entre los libros de Geografía de mi viejo, y mi imaginación volaba entre ríos, quebradas y cañaverales lejanos e inalcanzables. ¿Cómo no quedar absolutamente fascinado ante este “juego”, que me permite ir y verlos casi como si estuviera ahí? Mi yo del pasado soñaba con que los videojuegos llegaran a este nivel.
Si el título de 2020 ya era impresionante, el de 2024 suma dos innovaciones cruciales. A una la considero acertadísima; la segunda es mucho más ambivalente y discutible.
Primero, Microsoft Flight Simulator 2024 incorpora una estructura nueva, orientada a “gamificarlo”, que ojalá que lo torne más tentador para el público general. Podemos emprender una carrera como aviadores, acumulando certificaciones y experiencia. Celebramos esta dirección, porque sentíamos que era algo que le faltaba al de 2020 para acercarse a la perfección, y porque probablemente aumente tanto su profundidad como su popularidad. Hay operaciones de carga, lucha contra incendios, y más. Elegimos aspecto, voz e indumentaria de nuestro piloto, y decidimos en qué tipos de aeronaves y de actividades se va a especializar.
Podemos fundar nuestra propia compañía e ir juntando créditos, para con estos comprar y mantener más y mejores máquinas, e intentar cumplir misiones diversas –que van rotando diariamente- por todo el planeta. El uso de IA le da variedad y contenido prácticamente procedural, aunque es verdad que eventualmente podemos sentir cierta reiteración.
Además, hay nuevos modos competitivos en los que tenemos que intentar superar a nuestros contrincantes en aterrizajes de precisión, carreras y otros desafíos. A todo esto, se suma la posibilidad de coleccionar fotografías aéreas de paisajes seleccionados... incluso de nuestro avión, dado que ahora podemos caminar a su alrededor y examinarlo. Estamos disfrutando mucho de este apartado, ya que viene con un repertorio muy educativo de elementos interesantes del planeta azul.
La segunda y controvertida gran novedad tiene que ver con la solución que los desarrolladores decidieron para traer ese impresionante mundo digital a nuestras pantallas: gracias a un uso selectivo de la nube, el juego mixtura procesamiento en nuestro hardware local y –ahora sí- un flujo constante de datos desde los servidores Azure de Microsoft. Hay un beneficio bien tangible: si el juego anterior pesaba casi 200 gigas actualizado y con un par de DLCs, este bajó a apenas 30. Créanme que, como amante de una Series S, esto es importantísimo.
Lamentablemente, esta extrema dependencia de nuestra conexión a Internet para que el juego se nutra permanentemente de información alojada en servidores lejanos trajo un inmenso problema: el día de lanzamiento, y por lo menos el siguiente (19 y 20 de Noviembre de 2024), la gigantesca demanda simultánea de los millones de usuarios de Game Pass generó un cuello de botella que dificultó muchísimo el acceso y empañó el estreno de un juego que, en condiciones óptimas, comprobamos que puede ser maravilloso. Parte de la comunidad se alzó indignada, y algo de razón tiene: un constructo de esta sofisticación merecía haber sido probado en situaciones más extremas y realistas para asegurar que la infraestructura pudiera soportar el entusiasmo del Día Uno. Pero queremos que este evento, que sin dudas será subsanado –escribo estas líneas a apenas 72 horas del debut, y ya puedo jugar casi perfectamente-, no opaque todo lo bueno conseguido por Asobo y Microsoft. Al mismo tiempo, hay que mantener el debate sobre la conveniencia y factibilidad técnica de estos enfoques híbridos entre procesamiento local y nube, como también sobre la futura preservación de un producto cultural tan relevante pero que al que sólo puede accederse bajo ciertas condiciones (el 2020, en comparación, sí tenía un modo completamente offline que descargaba algunos contenidos básicos). Veremos cómo evoluciona la cuestión a lo largo de los meses.
Ya que mencionamos a la Series S: una vez más, demuestra que no hay que subestimarla, porque corre más que dignamente a este avanzadísimo título. Sí, es verdad: decidí upgradear a Series X justamente para recibir a este juego en su mejor versión consolera, pero vengo a defender la relación precio-calidad de la blanquita porque sigo sin creer lo que ven mis ojos cada vez que despego de la base áerea de Morón y veo la inmensidad de mi Conurbano Bonaerense representada majestuosamente con humildes 4 teraflops. Y sí, claro, si tenemos una PC poderosa podemos hacerlo brillar al máximo, con mejores texturas y más cuadros por segundo... pero ya en la S este juego es una delicia técnica y visual.
Por supuesto, volví a sobrevolar mi barrio, y lo noté más vívido, más frondoso: hay un detalle incrementado en la vegetación. Fui a la preciosa Quebrada de Escoipe y la vi igual a las fotos que recordaba de aquellos libros. Visité virtualmente a mi amigo Bender en Ushuaia, en el Fin del Mundo. Sobrevolé las misteriosas costas cantábricas donde vivieron mis antepasados asturianos. Prendí los posquemadores del F/A 18 de Top Gun en el Gran Cañón del Colorado.
Además, pienso continuar la vuelta al mundo que arranqué hace dos años, pausada con una larga escala en Seattle. En fin, podemos planificar vuelos por todo este gemelo digital de la Tierra, desde pequeños aeroclubs locales hasta rutas internacionales de muchas horas. Incorporará el clima en tiempo real (aunque esta función todavía tiene problemas, al momento de hacer este análisis), información del tráfico aéreo y un nivel de detalle sin precedentes.
Sobre las máquinas: hay de diferentes tipos, desde recreativos ligeros hasta aviones comerciales y de transporte de gran tamaño. La Edición Estándar (que será la probada por la mayoría de los jugadores, dado que es la incluida en Game Pass) aterriza con aproximadamente 40 aeronaves, que abarcan desde modelos icónicos como el A330 con el que muchos argentinos cruzamos el Atlántico, un P-51 Mustang (como el del final de “Rescatando al Soldado Ryan”) y mucho más, incluyendo helicópteros y globos aerostáticos para ir más tranquilos apreciando el entorno. En un mimo al usuario fiel, Asobo y Microsoft respetarán nuestras inversiones previas y podremos usar aviones y otros agregados que hayamos comprado en la edición de 2020.
La Edición Deluxe agrega 10 aviones adicionales y la Premium Deluxe (que recibimos por cortesía de Xbox) otros 15 más. La máxima, llamada Edición Aviador, incluye de entrada los 30 aviones que Microsoft y Asobo habían incorporado a la versión anterior desde 2021, la mayoría de los cuales son muy relevantes históricamente. Aunque yo crecí jugando simuladores de vuelo, esta nueva saga reavivó mi pasión por la aviación al punto de que comencé una colección de modelos a escala. Y lo que es más: me sirvió para domar la fobia a volar que había incubado debido a un muy mal aterrizaje.
¿Hay algo más para criticar que no esté relacionado al lanzamiento accidentado, entre tanto vino y rosas?
Probablemente sean subsanables, pero Flight Simulator 2024 arranca su vuelo con una cantidad significativa de bugs, especialmente referidos al funcionamiento de ciertos aviones. Los foros de pilotos hardcore arden, aunque el usuario promedio apenas los notará. Se deben a la enorme ambición técnica y a una festejable “retrocompatibilidad” con el contenido del título previo, pero es cierto que un tiempo más en el hangar le hubiera servido para despegar con más elegancia. También tuvimos unos cuantos crasheos al dashboard de la consola, algo que le pasaba al primer juego en sus versiones más primitivas aunque nunca a este nivel.
Miren este ejemplo: como por alguna razón empeoró mi calidad de conexión, los gráficos y la performance disminuyeron drásticamente, consiguiendo algo casi imposible: que un 787 Dreamliner y los alrededores de Mendoza no se vean bien.
Los menúes siguen sin ser súper intuitivos: al menos en consola, son pesados, relativamente engorrosos de navegar. Algunos controles cambiaron y, aunque todo es configurable, me costó un poco volver a acostumbrarme.
Queríamos darles nuestras primeras impresiones, considerando este lanzamiento problemático pero también dejando clara nuestra opinión: en un futuro cercano, Flight Simulator 2024 sin dudas funcionará mucho mejor. Por ahora, conviene probarlo a través de Game Pass, antes que apostarlo todo a una compra polémica.
Los Microsoft Flight Simulator son, desde siempre, mucho más que simples juegos: sirvieron como una herramienta de aprendizaje para pilotos y entusiastas de la aviación, además de una muestra viviente de la evolución tecnológica, y facilitaron una de las fantasías humanas definitivas. Durante más de 40 años, han establecido el “patrón oro” para los simuladores de vuelo, pero al sumar la fotogrametría satelital del planeta entero, en 2020, y esta estupenda “gamificación”, en 2024, se convierten en una plataforma perfecta para que aquel chico fascinado por la naturaleza, la geografía, las ciudades y por tantos misterios de la vida pueda recorrer, con un realismo abrumador, cada kilómetro cuadrado de este rincón del cosmos en el que nos tocó nacer, para comprender mejor su importancia y su hermosura.
Denle un par de semanas para que las turbulencias queden atrás. Paciencia. Y cuando los cielos vuelvan a estar calmos y todo funcione como debería, prueben Flight Simulator 2024. Muéstrenle esta magia a su niño interior y sorpréndanse ante las maravillas que el ser humano puede crear cuando está inspirado. Pura, irrestricta, y verdadera libertad.
- Desarrollado por: Asobo Studio
- Publicado por: Xbox Game Studios
- Fecha de lanzamiento: 19 de Noviembre de 2024
- Plataformas: Xbox Series X/S, PC
*Código de review proporcionado por Xbox*